8/10/17


“- ¿Las quemaste nada más leerlas?- le pregunté.

- Sí, cariño mío…- Quejumbroso… Me molestó, a decir verdad-. Me encantaron- añadió, zalamero-. Unas cartas preciosas…

Había albergado la esperanza de que me dijera: <<Pretendía quemarlas, pero no pude…>>.

Yo guardaba las suyas. Tenía que hacerlo. Pero no se lo dije.”
A la intemperie. Rosamond Lehmann

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