“la codicia del poder era más fuerte y menos idealista; se contentaba con menos, pero lo quería con más fuerza, lo necesitaba más cerca; era el hambre que no espera, la sed en el desierto que abrasa y se satisface en el charco impuro sin aguardar a descubrir la fuente que está lejos, en lugar desconocido”
La
regenta – Leopoldo
Alas Clarín
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