12/10/17


“Suponiendo que Rollo muriese, mi vida de cara a la galería no se alteraría en la más mínimo. ¿Dónde, cómo rendirme a las lágrimas?... ¿Cuántas mujeres en Inglaterra se verán en esa situación…? Mujeres cuyos amantes han fallecido en un accidente de tráfico, o están moribundos en una cama de hospital, sin que ellas puedan hacer nada, sin que nadie pueda enterarse. Deben ir a trabajar, cortarles el filete de la cena a los niños, seleccionar la ropa para la primavera, ir al cine con sus maridos... No me sacaba de la cabeza que algo espantoso le ocurriría a Rollo, y que entonces quedaría fuera de mi alcance al otro lado de la barricada oficial de fieles amigos y familiares... Porque yo lo amaba, estaba amenazado... por la vida... por mí... no sé...”
A la intemperie. Rosamond Lehmann

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