“Dijo no al derecho a la huelga, no a las
asambleas, no a la existencia de otros partidos que no fueran el suyo. Sin
embargo, es el mismo hombre a quien después de la guerra la noble Universidad
de Saint Louis, en Missouri, nombrará profesor de ciencias políticas. Seguro
que sabía un montón de ciencias políticas, él que supo decir no a las
libertades públicas. Así pues, transcurrido el breve minuto de vacilación-
mientras en la cancillería penetra una cuadrilla de nazis-, Schuschnigg el
intransigente, el hombre del no, la negación hecha dictador, se vuelve hacia
Alemania, la voz ahogada, la jeta colorada, los ojos húmedos, y pronuncia un
débil <<sí>>”
El orden del día - Éric Vuillard
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