24/9/18

“Los niños cultivarían en casa, en el alféizar, la planta que había brotado, clorótica, de la semilla arrugada. El agua cada vez más turbia se iría llenando poco a poco de filamentos, unos tallos y unas hojas enfermizos se alargarían hacia la ventana, ávidos de luz, hasta que, un buen día, toda esa comedia de una vida, nacida sin oportunidades desde el principio, tocaría a su fin. Las madres tirarían por el váter esa agua apestosa con toda su parodia de ser vivo y con la gasa ennegrecida y putrefacta. Por el momento, sin embargo, el laboratorio estaba inundado de luz y los frascos centelleaban”
Solenoide - Mircea Cartarescu

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