6/1/24

 “Sentía por primera vez asombro, compasión, alborozo…, unos estados de los que no me sentía capaz y que no me habían servido jamás. Era como si me hubieran brotado, por fin, los ojos- los verdaderos, los crueles y desnudos, con las retinas hacia fuera-, que veían más allá de la piel y los huesos, con más intensidad que los colores y las formas, más allá del cielo y más profundamente que la tierra”

El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes – Tatiana Tibuleac

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