“Uno de los grandes motores de toda revolución
real (porque ha habido algunas surrealistas) es la inflación. Las finanzas
públicas rusas se derrumbaron. En 1914 se había adoptado una política
tremendamente austera, e incluso el zar pegaba con su propia saliva los sellos
que utilizaba para ahorrar gastos. El coste de la guerra, sin embargo, aumentó
desproporcionadamente, y el Gobierno se encontró entre la espada y la pared.
Una de sus primeras medidas, la prohibición del consumo de bebidas
espirituosas, iba en contra de los fines que perseguía, pues un tercio de los
ingresos estatales procedían del monopolio del vodka. El Estado no disponía de
una maquinaria fiscal, y no existía en Rusia una numerosa clase media a la que
poder gravar para obtener fondos con fines bélicos, como habían hecho el resto
de países. Ante aquella situación, el Gobierno decidió aumentar la emisión de
papel moneda, tanto que, al final, las imprentas se estropearon y, cuando un
cliente iba al banco a cobrar un cheque, recibía un fajo de papeles y las
instrucciones para entintarlos con las cantidades pertinentes”
Breve historia de la primera guerra mundial. Norman Stone
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