“No se imaginaba el amor como una llama eternamente flameante y vivaz que con su fulgor intenso y vacilante iluminaría todos y cada uno de los pliegues apacibles de la vida y que, por arte de magia, engrandecería todas las cosas y las haría parecer más extrañas de lo que en realidad eran; para él, el amor era más bien como la brasa que arde quedamente, que desde su lecho de cenizas emite un calor duradero y que, en el suave crepúsculo, olvida dulcemente lo lejano, acercando doblemente lo cercano y hogareño”
Niels
Lyhne – Jens
Peter Jacobsen
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