“Como me sorprende siempre, en el trato con la
alta burguesía- tan bien educada, tan bien provista de amables sentimientos y,
en el caso de mi familia, tan simpática-, cuando un tópico que yo consideraba
trivial de pronto les eriza, igual que si se hubiera disparado un timbre de
alarma. Entonces revelan un egoísmo feroz y absolutamente sin resquicios, como
un imperativo de la especie, un egoísmo que inhibe en ellos cualquier posible
impulso de simpatía humana. La exhibición es escalofriante”
Retrato del artista en 1956. Jaime Gil de Biedma
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