“Qué bien me hace que mi corazón pueda sentir la
simple e inocente dicha del hombre que trae a su mesa una cabeza de repollo que
él mismo ha cultivado, y no sólo disfruta del repollo, sino que, en un único
instante, vuelve a disfrutar de todos los días buenos, de la hermosa mañana en
que lo plantó, de las adorables tardes en que lo regó y de la alegría que le
dio verlo crecer”
Las penas del joven Werther. Johann Wolgang Goethe
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