“Nuestra salvación era la puerta de lo alto de la
escalera, la puerta que cerrábamos tras nosotros con un suspiro de alivio,
cerrábamos con dos vueltas de llave y sobre la que nos apoyábamos como si de la
puerta de una fortaleza conquistada tras grandes sufrimientos se tratara.
Comenzaba entonces una larga noche llena de olvido
y de paz en la que nos hundíamos con la esperanza de que no terminara nunca.
Nos envolvíamos mutuamente en un abrazo lento que dosificábamos voluptuosamente,
desde el beso al espasmo, hasta que el sueño venía a cubrir nuestro cansancio
de pobreza y amor”
Mujeres. Mihail Sebastian
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