“-
Si no me equivoco, ¿tengo el placer de hablar con Aleksei Ivanovich?- dijo con
voz casi zalamera, incongruentemente ridícula en tal situación.
-¿Y
no es usted Pavel Pavlovich Trusotski?- respondió a su vez Velchaninov,
perplejo.
-Nos
conocimos hace nueve años en T***, y, si me permite recordárselo, la nuestra
fue muy buena amistad.
-Sí...
por supuesto, pero ahora son las tres de la madrugada y durante los últimos
diez minutos ha tratado usted de ver si mi puerta estaba o no cerrada con llave”
El eterno marido - Fiódor M. Dostoievski
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