“Lo
que pasa es que no entiendo por qué mi madre tiene que reunir ese catálogo de
cacatúas reumáticas que apestan a naftalina… ¡Qué hartura de fiestas con
esqueletos andantes! La tía Henriette, la francesa, tiene un pase, todavía
conserva algo de chispa, es un bicho malo, la pena es que está sorda y
enferma... ¡Pero las demás...! ¿Te imaginas ser vieja y que tu única ambición
sea sentarte en corro como ellas y ponerte a repasar a todos los parientes de
sangre y políticos, conocidos y desconocidos, de todas las edades y
generaciones, y debatir si han heredado el estrabismo de la familia, los dedos
en martillo, o cualquier otra chaladura?...
-
Ya. Mi madre es exactamente igual. Supongo que les da más seguridad... como si
así no fueran a desaparecer del todo”
A la intemperie. Rosamond Lehmann
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