10/10/17


“¡Qué sala tan preciosa!- exclamé.

- ¿Verdad que sí? Juntamos dos habitaciones para montarla.

Aquel plural resonó con dolor en mis oídos. Los imaginé haciendo planes, organizándolo todo juntos, un salón para Nicola, que estaría encantada y lo luciría antes sus amistades, sin plantearse ni por un instante que yo entraría en su casa y lo vería... Yo me decía que los cuartos que monta una pareja, las posesiones comunes, no tienen ninguna importancia, que no constituyen un vínculo verdadero... Pero no es verdad, son potentes”
A la intemperie. Rosamond Lehmann

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